Los Toronto Raptors se proclamaron campeones de la NBA por primera vez en su historia. Lo hicieron porque han sido mejores durante los seis partidos de estas Finales. Más allá de los problemas del rival, que los ha tenido y muchos (Durant, Klay, Looney…) los canadienses han sabido comportarse como un equipo en todo momento, ganando los tres partidos que han jugado en Oakland, cuatro si contamos el de liga regular. En los ratos que el viento les soplaba de cara y en los que no. Muchos se acordarán ahora de esa canasta de Kawhi a los Sixers en el séptimo partido de semifinales del Este, con el balón botando cuatro veces antes de entrar. Pero el deporte también es eso. Hay que tener talento, hay que tener cabeza, hay que tener suerte y hay que tener corazón. Y todo eso lo tuvo este equipo que está en lo más alto del baloncesto mundial.
Empezaron golpeando los Raptors, parando de inmediato el efecto caldera del Oracle, más presionante que nunca ante su último partido en la NBA, y la salida en tromba de los Warriors. Entre Lowry y Siakam metían 19 puntos. Respondía Klay con cuatro tiros sin fallo, dos triples entre ellos, con gritos en la grada de «Game 6 Klay», rememorando las épicas actuaciones del escolta en estos partidos de playoffs. Poco a poco se fueron uniendo más efectivos a cada bando con un acierto brutal, como pocas veces se ve y no conocíamos en esta final y en los dos bandos al mismo tiempo. Al descanso los Warriors habían metido el 47,6% de los tiros. Los Raptors, el 52,3% y la mitad de los triples. A esas alturas había un protagonista claro. Era Kyle Lowry, con la mejor primera parte de su carrera: 21 puntos en sólo 10 tiros (4/5 en triples), 6 rebotes, 6 asistencias y 1 sola pérdida.
Los que estaban desaparecidos eran Curry y Kawhi, las dos grandes estrellas de los dos equipos sometidos a defensas efectivas. Curry estuvo más de 10 minutos sin intentar un tiro de campo hasta que metió su primer triple. Hubo que esperar a la vuelta del descanso para que Steph despertara. Varios triples suyos y varias asistencias, en muchas de ellas con Iguodala como receptor. El alero hizo su mejor partido de la final, tirando con diferencia más veces que nunca (9/15). Pero el factor fundamental a esas alturas ya estaba siendo Klay Thompson, una vez más iluminado en un sexto partido: 30 puntos y con un 4/6 en triples. A eso había que unir que Lowry se marchó al banquillo con 4 faltas a falta de 6:53 para el último cuarto y que el juego interior, un aliado hasta ahora de los Raptors, no era decisivo a su favor. Marc no conseguía imponer su ley como lo habían hecho en otros partidos.
Entonces llegó la jugada que cambiaría el partido. A 2:22 del final del tercer cuarto Klay Thompson encaró la canasta en un contraataque, Danny Green intentó taponarle y el de los Warriors se fue al suelo echándose la mano a la rodilla y con evidentes muestras de dolor. Se lo llevaron entre dos personas al vestuario, pero cuando todo el mundo se había quedado helado, Klay volvió cojeando para tirar sus dos tiros libres. No iba a volver a pisar la pista, pero ese gesto sirvió para crear un ambiente si cabe más encendido aún. Eso, Iguodala (22 puntos), que sabe elegir los momentos para aparecer como nadie, y la defensa mantuvo a los Warriors en clara inferioridad de condiciones. Enfrente VanVleet empezó a meter triples (5/11 para 22 puntos) y Siakam volvía a hacer daño por dentro (26+10).
Los últimos minutos fueron adrenalina pura. DeMarcus Cousins tomó la responsabilidad ante las dobles coberturas sobre Curry. El pívot se dejó varios tiros libres por el camino, pero demostró de la pasta que está hecha. Draymond Green metió un tiro de tres clave para completar su décimo triple-doble en su carrera en playoffs (11+19+13). La tensión se cortaba con un cuchillo, pero los Raptors estaban más sobrados de efectivos (todo su quinteto titular final acabó en doble dígitos, incluidos los 15 puntos de Ibaka). Con 1 punto arriba para los visitantes tras dos tiros libres anotados de Curry una presión a toda cancha de los Warriors provocó la pérdida de balón de los Raptors. Quedaban 9,6 segundos y los locales tenían la última oportunidad de mantener la serie viva. No fue posible. A Curry se le quedó el tiro corto y en la pelea por el balón hasta tres jugadores de Warriors pidieron tiempo muerto cuando no les queda ninguno, lo que supone técnica y posesión para el equipo rival.
Los Toronto Raptors podían celebrar al fin su anillo en una historia que empezó hace 24 años y cambió hace menos de uno con la llegada de Kawhi Leonard, el MVP merecido de estas Finales aunque sus dos partidos más flojos hayan coincidido con los dos últimos. El título de campeón se marcha por primera vez fuera de Estados Unidos y lo hace gracias a un equipo que ha demostrado estar preparado para sobreponerse a cualquier situación. Con más cuota española que nunca: Marc Gasol, Serge Ibaka y Sergio Scariolo. Y con un país detrás, el que vio nacer al creador del baloncesto, que más de un siglo después ve como un equipo de su tierra se convierte en el mejor del mundo. Felicidades, Toronto. Felicidades Canadá.