Por- Luis Estrella
El mes de noviembre tiene un significado especial para mí, ya que en ese mes murieron mis padres, mi papá en 1994 y mi mamá en 1998, después de 56 años de casado, 4 hijos, muchos nietos y algunos biznietos. Fui traído al mundo, después de tres hermosas hermanas, nos llevamos de cinco años y por destino de la vida, llegué a una familia siendo el más pequeño y único varón.
Mis padres se casaron muy jóvenes, de 18 años mi padre y 14 mi madre, ambos provenientes de familias nativas de Santiago de los Caballeros. Mi abuelo Oguis Estrella de descendencia española, era de los hombres más acaudalados de Santiago y mi madre fue asumida como hija adoptiva por Santiago Pichardo, su hermano mayor y uno de los odontólogos más prominentes de la Ciudad corazón.
De manera empírica Luis Osvaldo Estrella Liz, mi padre, adquirió muchos conocimientos de derecho por trabajar como secretario en la Procuraduría de Santiago, lo que le permitió luego, ejercer como juez y fiscal en diferentes municipios del País, entre ellos, Bonao, Villa Altagracia, Laguna Salada, Esperanza, Cayetano Germosén, Manzanillo etc.
Mi padre amaba a sus hijos, nos protegía y apoyaba en todo lo que la circunstancias permitían, tratando siempre de hacernos sentir felices y seguros, Mi madre con su porte aristocrático, nunca dejó de tener una trabajadora doméstica, por lo que nunca recuerdo haber visto una de mis hermanas realizar ninguna labor hogareña, pero tampoco recuerdo haber visto a mi madre en esos quehaceres.
Puedo decir con plena satisfacción que en mi familia sólo recibí amor, mis recuerdos son maravillosos, tanto de mis padres como de mis hermanas. Siempre decía desde niño que cuando creciera lo primero que iba a hacer era construirle una casa a mi mamá, quizás cuando tuve la oportunidad ya no estaba, simplemente así es la vida, indefinida, imprevisible, imperfecta , nada líneal y a veces cruel.
Claro que mis padres no eran perfectos, como no lo somos ninguno de los seres humanos, mi padre era hogareño, responsable con su familia, protector de sus hijos. Tenía sus debilidades propia de la época, que era su inclinación por las féminas, aunque nunca durmió un día fuera de su casa, ni tomó un trago de alcohol, ese era su orgullo.
Mi madre lo aceptó así, con esa características, lo que les permitió durar 55 años juntos, con celos y discusiones, pero amandose y aceptándose el uno al otro. Su amor era tan grande y autentico que cuando mi padre murió, ese mismo día murió mi madre, ya que se desconectó del mundo y vivió 4 años más como un vegetal, sencillamente se fue a acompañar a mi padre, quedó su desgastado cuerpo físico, pero su alma marchó con su esposo.
Los padres quieren sin condiciones y son capaces de dar la vida por los hijos, es un amor que solo se experimenta cuando tienes el privilegio de conocer ese honor. Los hijos sólo entienden el amor de los padres, cuando tienen sus propios hijos, hasta que eso no ocurra jamás lo comprenderán, porque el ciclo de la vida es único e irrepetible y a veces tienes que ver la realidad cara a cara para que en tú corazón pueda palpitar el amor.
Nuestros padres nos dieron vida y nosotros la seguimos dando a nuestros hijos y ellos a la vez a sus hijos y así interminablemente. Por eso es vital que en vida le demos todo el amor a los padres, ya que cuando nos dejan, solo nos queda el recuerdo y quizás algún remordimiento de consciencia por no haber correspondido con todo el amor que pudimos darle.
Jamás juzgues a tus padres, sólo debes amarlos, ellos se lo merecen, sus defectos son también los nuestros, sus debilidades son tambien las nuestras, sus errores son tambien los nuestros, ellos simplemente son como son y por encima de todo son parte nuestra. Hasta su último aliento debemos estar a su lado, acompañandolos en esta corta vida, porque no hay ni habrá nada que haga más feliz a un padre que el amor de sus hijos.
No lo pienses si tus padres están vivos y estás alejada por algún motivo, corre a su lado, dale amor, quierelos, abrazalos, añoñalos, besalos, dedicale tiempo, porque mañana puede ser tarde para demostrar lo que llevas dentro sin haber podido expresar y entonces el remordimiento te acompañará para toda la vida.