Plantea derecho de prensa y la libertad de expresión son conquistas que no deben verse amenazadas por nada ni nadie
SANTO DOMINGO.- El Observatorio Comunicación y Democracia (OCD) condenó enérgicamente la muerte atroz de los periodistas Tayson Latigue, conocido como Tijèn Jounalis, y Frantzsen Charles, a manos de bandas armadas que ocupan la localidad de Cité Soleil.
Como presidente del OCD, Rafael Núñez, deploró la muerte de estos periodistas, quienes se disponían a cumplir con su rol de buscar la noticia para informar a sus respectivas audiencias, acción que catalogó como un barbarismo que amenaza la libertad de expresión en la región caribeña.
“Matar y quemar en público a miembros de la prensa, como si se tratase de la cosa más insignificante, es un acto que debe repudiarse categóricamente por la Comunidad Internacional y todos los organismos internacionales, a los fines de empezar acciones inmediatas que hagan pagar a los responsables y que retorne el sosiego a la población haitiana”, expresó Núñez.
Latigue y Charles sufrieron esa orrenda muerte al regresar de una entrevista con el padre de una joven de 17 años recientemente asesinada por las bandas armadas.
El experimentado periodista resaltó que el referido observatorio alzará su voz a lo más alto, siempre que se cometan agravios a la clase periodística en todo el mundo, especialmente en Latinoamérica. “Cada periodista sustancialmente forma parte del OCD, por eso, siempre será nuestra misión defenderlos y luchar por su bienestar”, dijo.
Argumentó que Haití carece de institucionalidad y democracia desde hace un buen tiempo y sus líderes no se ponen de acuerdo para crear las condiciones de un resurgimiento, mientras su gente se desvanece en las calles, arropados por la miseria y el olvido.
De acuerdo a datos suministrados por medios haitianos, suman más de cinco los periodistas asesinados en Haití en lo que va de año, mientras que los heridos superan la docena.
Concluyó que el derecho de prensa y la libertad de expresión son conquistas que no deben verse amenazadas por nada ni nadie, en tiempo cuando la comunicación es parte del diario vivir de las personas y que casi todos los Estados se han comprometido con su fiel cumplimiento.