Por- Luis Estrella
Recientemente tuve la oportunidad de ver una película titulada ” El último de los hombres”, la cual narra una historia real donde un joven entra al ejército norteamericano como paramédico en la segunda guerra mundial. Siempre se negó a usar un arma, alegando que sus principios religiosos no se lo permitían.
Por esa actitud fue objeto de burlas, agresiones, rechazo y humillaciones, pero jamás cedió ante lo que consideraba un asunto de principios y que haría que dejara de actuar acorde a su ser interior. Esta postura hizo que fuera llevado hasta una corte marcial por insubordinación, pero en ningún momento renunció a su posición, por lo que la corte falló a su favor, permitiéndole seguir en el ejercito sin usar armas de fuego.
En una batalla con los japoneses, el soldado paramédico salvó 75 personas, arriesgando en todo momento su vida, al trasladar los heridos hacia un lugar seguro. Esta acción hizo que por primera vez el Gobierno de Estados Unidos, otorgara la medalla al honor. Todos sus compañeros le pidieron perdón, por haberlo juzgado por las apariencias, poniendo en juicio su valor. Este joven siempre dijo, que a la guerra no sólo se podía ir a matar adversarios, sino también y como era su caso, se podía ir a salvar vidas.
Al ver esta película me llegó a la mente el pensamiento de que cuando alguien quiere mantener su esencia, sin traicionar su yo interior, puede hacerlo en todas las circunstancias, incluyendo la guerra. También pensé que donde es más difícil de hacerlo, me refiero a ser uno mismo, es en la política.
Todo el que se inicia en las lides políticas, de inmediato toma como referencia a Maquiavelo, con su postulado de que el fin justifica los medios. Que lo importante es lograr el objetivo sin importar lo que se tenga que hacer para lograrlo. La política es el arte de la conveniencia, según algunos teóricos, o sea que desde un principio debes despojarte de principios y valores para elegir una vida donde tienes que desdoblarte para ser “exitoso”.
En realidad después de más de 40 años participando en política, puedo decir que esta actividad y los afectos, en la mayoría de los casos no van de la mano. Hay quienes van al mundo político en busca de oportunidad, sin importar lo que tengan que hacer, aunque hay otros que lo hacen porque simplemente quieren aportar, contribuir con causas comunitarias y son los que decimos que tienen sensibilidad social.
Como político siempre he tratado de hacer las cosas partiendo de un criterio de justicia, de actuar con transparencia, con honestidad, tratando de elevar en la medida de lo posible la calidad de vida del mayor número de personas y sobre todo de los jóvenes. Eso no es tan fácil como quizás aparente, ya que en muchas situaciones las circunstancias te obligan a hacer cosas que sabes que no están bien, ya que por coyuntura electoral, tienes que ceder a presiones, chantajes y manipulaciones.
Se ha llegado a creer que el político exitoso, es el que hace buen uso de la demagogia, el que sólo se aparece en una campaña y recluta mercenarios para ganar un proceso determinado. Para muchos ese es el bueno, el que con dinero puede revertir una realidad de años, creada en base a una relación de muchas variables, seguimiento y hasta de afectos.
Para mí no hay algo más doloroso y que me produzca mayor sufrimiento que cuando tengo que hacer cosas con las cuales no estoy de acuerdo, pero que son imprescindibles para el éxito de un evento electoral. Reconozco que hay momentos que por presión y prioridad de alcanzar un objetivo, tengo que manejar situaciones que en otras circunstancias jamás lo haría.
Pero también esas situaciones, como todo, tienen su parte positiva, ya que te permite conocer a fondo quien es tu amigo real y quien lo es por interés particular. Eso es lo positivo, saber que cedes por un interés político general, pero que te pone de frente a una realidad, el saber quien está a tu lado por afectos y quien simplemente para utilizarte.
A algunos amigos y familiares se lo he manifestado y lo repito de nuevo, que mi activismo político activo en la Provincia MTS, termina en este proceso electoral de mayo. Quiero ser yo mismo en un 100%, no en un 90, 80 o 70%, y para eso es vital dar este paso. Quiero tener la libertad de ver las personas a los ojos y saber a quien observo. Si si rostro real o una máscara.
Por eso concluyó diciendo que la política se puede hacer con dignidad, con valores, sin hacer daño, aportando, gestionando, pero jamás será compatible en su totalidad con una actuación desde nuestro ser interior y nuestra esencia. Podré estar equivocado pero esa es mi humilde interpretación de la política.