Hay situaciones que al escribir un artículo trató de colocarme en una perspectiva neutral, como un ciudadano que observa el panorama desde afuera del PLD, porque sólo de esta manera podemos realizar un enfoque imparcial. En determinados momentos ese estilo independiente de analizar los hechos me ha traído algunos contratiempos, aunque eso no me limita, para expresar mi opinión sin trabas ni mordazas,
En este caso voy a referirme al tema de los candidatos presidenciales del PLD, los cuales se encuentran sumergidos en una carrera para ver quién logra ser el candidato oficial del sector danilista para enfrentar el 6 de octubre a Leonel Fernández. Todo comenzó con el discurso del presidente Medina donde anunció su actitud de no modificar la Constitución para presentarse a un nuevo período en el 2020.
Todos recordamos aquella famosa reunión del Presidente con los presidenciables de su corriente política, para motivarlos a iniciar sus proyectos políticos-electorales, con la salvedad que en su momento se haría una medición y quien mejor marcara sería el candidato oficial que él apoyaría. Recuerdo que quien me comunicó esa información a los pocos días de darse la reunión fue mi gran amigo Carlos Amarante Baret.
En ese momento le manifesté mi punto de vista, como siempre lo hago con los amigos, de frente y sin reservas. Le dije que yo era danilista y esperaría hasta el último minuto para tomar una decisión, por lo que me mantendría en observación de los acontecimientos. Le expresé que mientras se mantuviera la percepción de que había una esperanza de la repostulacion de Danilo, entendía que ninguno de ellos iba a crecer.
Eso pasó exactamente así, esa percepción se mantuvo por dos años y ninguno de los presidenciables logró despegar para convertirse en un candidato sólido, con reales posibilidades de disputar la presidencia del país. Domínguez Brito y Amarante renunciaron casi de inmediato, Navarro mucho tiempo después y los demás, Temo y Radhames Segura estaban fuera del Gobierno y Reinaldo se mantuvo como presidente del Senado.
En los últimos meses y en la medida que aumentaban los esfuerzos para lograr modificar la Constitución, los aspirantes presidenciales danilstas, fueron bajando el ritmo, hasta prácticamente caer en una total pasividad, con mucha incertidumbre y ansiedad, como todos los peledeistas esperando el desenlace definitivo.
Al fin llegó el momento de terminar con un proceso muy convulso y de fuerte confrontación, por parte de la oposición y un sector del PLD, para evitar que el Congreso aprobara la reelección. El discurso del Presidente le puso el punto final a meses de incertidumbre, situación que ya se estaba reflejando en la estabilidad económica de la nación. En esa intervención el Presidente manifestó que no iba a la reelección y expuso sus razones.
Los seis aspirantes que el Presidente había estimulado a lanzarse en busca de la presidencia, fueron convocados por éste para que trabajaran con sus proyectos políticos y quien mejor marcara en las encuestas que se harían a principios de septiembre sería el candidato oficial del danilismo, apoyado por los demás. Hasta ahí todo marcha a las mil maravillas, lo que hace que los presidenciables danilistas se reúnan de nuevo, está vez sin Danilo, donde acuerdan los términos que regiría la competencia entre ellos.
A los pocos días surge lo inesperado para los seis presidenciables danilistas y es el lanzamiento oficial de Gonzalo Castillo, una persona muy cercana al Presidente, quien de inmediato crea un terremoto interno y externo. El lanzamiento de Gonzalo acapara toda la opinión pública, realizando con un gran despliegue de publicidad y expresión de poder, lo cual de inmediato crea la percepción de que es el Alfil de Danilo y empieza a general apoyo entre los más cercanos colaboradores del Presidente.
Un hecho significativo que ha contribuido a conformar esa percepción a favor de Gonzalo, lo es el hecho de que un martes se realizó una asamblea con miembros del Comité Central y Coordinadores provinciales del proyecto danilista, el cual fue dirigido por Rubén Bichara, como cabeza de esa corriente a lo interno del PLD. Al otro día se produce el anuncio de la aspiración de Gonzalo, también se anuncia que su jefe de campaña será el miembro del Comité Político, Rubén Bichara.
En realidad estoy convencido de que el Presidente Danilo Medina jamás intervendrá a favor de ninguno de los precandidatos, ya que la mayoría son de su entorno e íntima confianza, por lo que seguro los tratará en igualdad de condiciones. Aunque eso es una cosa y la otra es que Gonzalo logró crear la percepción de que es el Alfil de Danilo, lo cual es una realidad hasta el momento, porque en política las cosas son muy cambiantes y en cualquier momento la situación puede dar un giro, variando radicalmente la percepción hacia otros de los precandidatos.
Aunque no salga a la luz pública, es notable el disgusto de los seis por la entrada repentina de Gonzalo al escenario electoral en busca de la nominación presidencial, cuando ellos ya daban por contado que el elegido para enfrentar a Leonel iba a ser uno de los seis ya preseleccionados. Esa es una realidad que cambia todo lo programado, lo que implicará un cambio de estrategia de los originales presidenciables danilistas.
Una parte del equipo de los seis alega que la situación no es justa, ya que mientras ellos tuvieron que dejar su Ministerio e invertir muchos recursos para ir afianzándose en el electorado, Gonzalo se mantuvo a la cabeza del MOPC, con muchos recursos, trabajando con los Alcaldes, Gobernadores, diputados, senadores y dirigentes claves del PLD. Eso, según ellos, le otorga cierta ventaja y al mismo tiempo ayudado por una campaña mediática, lo hace ver como el seleccionado desde ya por Danilo Medina.
Eso que alega el equipo de los seis podrá tener sentido, aunque ya no es posible impedir que Gonzalo compita y sea integrado para ser medido con los demás. Que sea justo o no es una cosa y otra que no pueda participar en el marco de una realidad que lo favorece. Lo que sí creo es que el Presidente Medina tendrá que emplearse a fondo para evitar mal entendidos que puedan provocar disgustos y resentimientos que afecten su proyecto político. Aunque Danilo es un gran estratega y manejará la situación de la manera más transparente e imparcial posible, lo cual es la garantía para mantener la unidad y cohesión de una estructura que luego le espera otra fuerte batalla el 6 de octubre.
Ojalá que el 6 de octubre represente la unidad y fortalecimiento del PLD, para ganar en mayo del 2020 a la oposición. Y nunca represente la división del partido de Bosch, del partido de la esperanza nacional, del partido que ha modernizado nuestro país, llevando desarrollo y progreso, estabilidad macroeconómica y disminución de la pobreza. Un fraccionamiento del PLD, de seguro nos sacaría del poder y nos mandaría para las gradas a conformarnos con hacer oposición.
EL GRAN RETO DEL PLD SERÁ EL DE MANTENER LA UNIDAD PARTIDARIA. DE MI PARTE APUESTO A ESA UNIDAD QUE DESEAN DE CORAZÓN TODOS LOS PELEDEISTAS Y QUE DEBERÁ DARSE EN TORNO AL CANDIDATO ELECTO EN LAS PRIMARIAS DEL 6 DE OCTUBRE.