“Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba y la prueba, esperanza” (Rm 5, 3-4).
Ha semanas de la tragedia natural, el pueblo y mi pueblo, la gente y mi gente, el país y la provincia, todos convalecientes alzamos la mirada hacia los limitantes del cielo, donde los hombres y las mujeres pregoneros van buscando sus senderos.
Hoy muchos pensamos en los afanes que nos ha dejado este fenómeno natural en nuestro territorio, o en especifico, en nuestros hogares. Sin embargo, a lo largo de la vida nos hemos olvidados de que la esencia de nosotros los seres humanos es siempre el sobre vivir a la vida, sin importar la realidad que nos toque vivir.
Esto, no es más que un acontecimiento que marca nuestra historia, que nos recuerda nuestra debilidad ante la potencia del creador, y, sobre todo, nos anima a mirar la realidad desde el presente, pero, con un sentido de pertenencia en el futro, es decir, nos sitúa en nuestro propio yo.
Con estas palabras no quiero invadir el dolor de los damnificados por las aguas, sino, impregnar en la conciencia de los hombres y mujeres que aun no han sensibilizados sus corazones para identificarse con los otros, con aquellos, con aquellos hombres y mujeres que en los momentos mas difíciles de sus vidas aclaman como el ave en silencio y revoleteando en la trampa de casado “ayúdame, libérame”. Esto es un grito que hoy tu pueblo, tu provincia y hasta tu mismo país te lanza, “Ayúdame”, sin importar banderas, colores, o razas, todos somos ciudadanos del mundo y por tanto, todos formamos un solo pueblo, recuerda el refrán que les atribuimos a las Sagradas Escrituras y que tu pueblo y tus gentes en estos momentos se siente identificado con el “ayúdame que yo te ayudare”, o el que dice: “hoy por mi, mañana por ti”.
Si te fijas bien en las letras de estos refranes te puedes dar cuentas que son un estribillo de suplica, donde el interesado acude a ti porque confía que siente y padece en carne propia sus dolencias, o también porque te da una esperanza de que en el futuro tu también puede necesitar de la ayuda de otros que velen por ti y ser ayudado, es por eso, que en comunión con todos los afectados me uno a su voz y te suplico, “se” el samaritano y no los dos hombres que por cumplir sus obligaciones y guardar sus apariencias e imágenes cursan de largo ante la necesidad del que yacía en el sufrimiento y no se detiene a tender la mano amiga del que ayuda.
Vamos, se humano, y piensa, pues, la sequedad que invade el corazón del ser que no se identifica con el dolor ajeno, es lo que marchita la realidad de su escancia de ser en el mundo, por eso, luchemos en este momento por aquellos que son victimas y no seamos victimarios para ellos, sino más bien, el sostén donde se apoyan para retomar nuevas fuerzas y abrirse nuevos caminos en el horizonte de la vida que les has tocado vivir en estos momentos tan difíciles de su historia.
En fin, los animo a que no dejemos que este hecho nos pase por alto, pensemos que cuando estamos bien somos felices, y, por tanto, la realidad que nos invade y nos ocupa en estos momentos histórico, aunque estemos bien no nos ha de llevar a sentir felicidad, puesto que los de nuestros propios pueblos no están bien y sufren, es decir, pensar, así como decía el autor López de Vega en su obra Fuente Ovejuna “¿Quién mato al comendador? Fuente ovejuna ¿y quien es fuente ovejuna? Todos a una”, pero, ya con un sentido más de unión y no de criminalidad, pues el pueblo se unió en busca del bien, ahora estamos también llamados cada uno de los munícipes y provincianos a unirnos del todo para sacar a nuestro pueblo de este momento en el que se encuentra situado económico y emocionalmente, pues, el mal que afecta a uno es un mal que nos afecta a todos, por eso, animo pueblo mío, animo, que el que se deja vencer es el que no nunca ha pasado de ser un vencido.
Y a los damnificados les digo que, las tribulaciones producen paciencia, la paciencia pruebas, y las pruebas esperanza, por tanto, no pierdan la esperanza en que todo va a fluir en bien de los justos, puesto que, este momento de dolor es una prueba que no debe limitar sus esperanzas, sino que lo debe animal y llenar de paciencia antes los fenómenos propios de la naturaleza y antes las realidades que les toque vivir. Y finalmente cierro versando con lo síguete: “La realidad que me toca vivir esa es mi realidad, la realidad que esta viendo es tu realidad, pero si unimos las dos realidades no se forma otra cosa que nuestra realidad, por tanto, versemos unidos y así al final del camino todos seremos redimidos”.