MI OPINION – El término deslealtad generalmente se entiende como una traición, aunque no comparto ese criterio, ya que una deslealtad puede ser el resultado de una reacción de ira en la que estamos dominados por el EGO. Mientras la traición responde a una acción consciente, fríamente calculada y dirigida a hacer algún tipo de daño a alguien que ha depositado su confianza en otra persona.
El ego es muy traicionero, por lo que se le considera una distorsión del presente, una identificación con algo que creemos que somos, pero que en realidad sólo está en nuestra mente. El ego no es una realidad, sino una percepción de ella, es algo a lo cual nos apegamos hasta el punto de creer que somos esa percepción, cuando en realidad no tiene nada que ver con nuestra esencia, con nuestro ser interior.
Cuando estamos dominados por el EGO, entendemos que nuestra felicidad depende de cuestiones materiales, dinero, lujos, poder, comodidad, lo que nos hace apartarnos de nuestros valores naturales, de nuestra belleza interior, del niño que llevamos dentro. Al bloquear los sentimientos nobles y sanos que la vida nos regala para venir a este mundo, nos convertimos en alguien egoísta, sin tranquilidad ni paz espiritual.
Al estar dominado por el ego, perdemos el contacto con la parte humana, con la nobleza y el amor que es propio de todo ser humano. Nos salimos del centro para irnos a los extremos, lo cual nos puede llevar a cometer infinidad de errores, sin necesariamente caer en la traición, ya que son el resultado de un accionar inconsciente.
Si no somos capaces de observar esa situación que se está produciendo en nuestra mente, hacer consciencia de ella, para volver a nuestro ser espiritual y saborear todo el amor que llevamos en el interior, esa actitud nos puede llevar a cometer muchas deslealtades. Esa cadena de acciones impulsadas por un ego desbocado, de no detenerlas a tiempo, pueden impulsar otras acciones de mayor connotación, como es la traición.
En alguna situación de la vida llega el momento de elegir qué actitud asumir, si seguir alimentando el ego hasta convertirnos en un ente vil, mezquino, envidioso y traicionero o elegir el camino de la consciencia, la gratitud y el amor. Cada quien es el único responsable de lo que decida hacer con su vida, decidiendo buscarle sentido a esa vida o simplemente sucumbiendo ante un ego que te aleja de la realidad y que te susurra permanentemente que nada tiene sentido y por lo tanto todo es permitido para lograr el deseado “éxito”.
Cuando se elige el camino de los extremos, actuando desde la mente bulliciosa, intranquila y pretenciosa, le estamos dando de lado al sentimiento que adorna la nobleza y la gratitud. Simplemente hemos elegido la vía equivocada, una elección que marcará nuestra vida para siempre, porque simplemente no hemos tomado el mejor sendero, sino el de alimentar un ego con continuas deslealtades, lo cual inevitablemente terminará en algo muy doloroso llamado traición.