Por – Luis Estrella
MI OPINION – Considero simplemente vital que en el Congreso Bidó Medina, el Partido de la Liberación Dominicana se decida a dar un giro de 180 grados, cambiando de raíz sus anquilosadas estructuras partidarias de más de 20 años. Solo una trasformación real, sincera, auténtica, puede convertir al PLD en una fuerza con posibilidades electorales para el 2024.
Todo el que tiene algún nivel de visión política, de experiencia electoral e intuición natural de las cosas, sabe que la división que sacudió los cimientos de esa organización, así como los niveles de corrupción de muchos de sus funcionarios, fueron factores determinantes en la derrota del 5 de Julio. Pero más que eso, persistir en presentar a nivel partidario, caras rechazadas, aisladas de las luchas sociales, apáticas y desvinculadas de un escenario nuevo, fueron determinantes para que la mayoría de la población votara en contra del PLD.
Este Congreso debe abocarse a sacudir esas estructuras agrietadas, que no están en condiciones de resistir el más mínimo movimiento telúrgico, ni siquiera a escala uno. Comenzando desde el Sanedrín y pasando por el Comité Central, las Circunscripciones, Comités Provinciales, Municipales, de Distritos, Secretarías etc.
Solo un cambio radical que de apertura a sangre nueva, a una generación con una actitud aguerrida, de trabajo, con vitalidad, energía y sobre todo con lealtad partidaria puede comenzar a crear expectativas diferentes y una nueva esperanza en una población que se cansó de ver lo mismo por tantos años.
Esos dirigentes que desde hace tiempo se acomodaron, aferrándose a simples beneficios otorgados por representar unas siglas, deben tener el valor y el decoro por ellos mismos, de echarse a un lado, colocarse en el lugar que la historia le tiene reservado y dar paso a quienes pueden asumir con entusiasmo los nuevos retos que demandan las circunstancias.
El PLD está en la disyuntiva de tratar las causas de su derrota electoral con un espíritu autocrítico sincero, o hacerlo con medias tintas, de manera superficial y evitando llegar hasta el fondo del lúgubre pantano. Si hace lo primero podrá recuperarse y convertirse de nuevo en una fuerza sólida y poderosa, pero si hace lo segundo, irremediablemente estará condenada al fracaso y con el tiempo ver disminuir sus posibilidades, hasta convertirse en una organización minoritaria del sistema.
Hay momentos en la historia donde lo determinante no es la cantidad, sino la calidad, circunstancias donde es imprescindible conformar la base estructural política ideológica, que permita conducir correctamente el ejército que a su alrededor se va conformando. El PLD tiene la oportunidad de inclinarse por la calidad en la actual coyuntura, porque inclinarse por el populismo o por una formalidad “institucional”, resultaría devastador para manejar la delicada realidad de una nueva generación, que emerge de una manera cuestionadora, crítica y consciente.
Mi humilde opinión es que lo único que fortalecería al PLD, es decidirse a decirle adiós a sus anquilosadas estructuras partidarias y en su lugar dar paso a quienes representan una nueva visión, con fuertes bríos, energía y entusiasmo, para marchar por un sendero que genere confianza y esperanza al pueblo dominicano.