Por- Luis Estrella
OPINIÓN POLÍTICA – «El hombre hablará». Una publicidad que mantuvo en vilo, expectativa e incertidumbre a una gran parte de la población. Los científicos de la política hicieron todo tipo de análisis, llegaron a múltiples conclusiones, los medios radiales y televisivos comentaron el hecho y se vertieron cientos de ideas y puntos de vistas, donde cada quien entendía que sus argumentos eran que representaban la verdad.
Una semana haciendo conjeturas, una semana de espera impaciente, donde se presentaron varias posibilidades sobre quién sería el misterioso personaje que se dirigiría a la Nación Dominicana. David Collado, Hipólito, Leonel, etc. Todos hacían sus interpretaciones sobre la identidad de algo basado en una incógnita subjetiva.
Llegó el día esperado cubierto de una extrema curiosidad, todos delante del televisor, cada quien con una opinión diferente, es posible que hasta apuestas se hicieran. Al final, la sorpresa del año, el morbo fue pulverizado, por un actor que se presentó para hacer un anuncio de Presidente, cuyo objetivo era motivar al fanático para integrarse con pasión a la pelota. Todos los pronósticos se cayeron, nadie acertó, el engaño del siglo.
Todo en la vida tiene una enseñanza y esta es muy específica, nos dice que la vida no puede ser prevista, no se puede preparar. Ahí radica su hermosura, que siempre nos toma desprevenido, porque siempre llega por sorpresa. De qué valen las respuestas preestablecidas, si tienes que decidir en cada instante, en realidad valen muy poco y nos dicen que lo más importante es mantenerse en armonía con la existencia, estando alerta ante cada momento.
Decía un escritor que admiro mucho «La vida va de prisa, es dinámica, no estática. No es una piscina de agua estancada, es un Ganges, que no deja de fluir, nunca es la misma durante dos momentos consecutivos, por lo que algo puede ser bueno en un momento y malo en otro». Así es la vida es un misterio, donde algo encaja hoy y está bien y lo mismo no encaja mañana y está mal.
EL HOMBRE HABLÓ. Todos los pronósticos fueron un fiasco, nadie se esperaba lo que presenció, simplemente por adelantarse a los acontecimientos y no esperar lo que la vida nos presenta en cada instante, para dejarla fluir y que ella misma traiga su respuesta. Para ilustrar un poco el tema los voy a dejar con un cuento Zen, para que sea él quien nos delegue la enseñanza.
Existían dos templos que tenían una rivalidad por años, por lo que el maestro del primer templo le había prohibido a su sirviente que no se relacionada con el muchacho del otro templo. Los niños son muy curiosos y en una ocasión se encontraron en el camino, por lo que el niño del primer templo se olvidó de lo que le había dicho su maestro y le preguntó al niño del segundo tempo «A dónde vas?». El otro respondió «A donde me lleve el viento».
El primer muchacho quedó avergonzado ante esa respuesta, ofendido no supo que responderle. Estaba furioso, frustrado y se sentía culpable, ya que su maestro le había dicho que no hablara con esa gente. Le contó lo sucedido al maestro. “Lamento haber hablado con él, tenía usted razón, está gente es peligrosa”. “Sabía que iba al mercado igual que yo y mira la que me contestó”.
El maestro le replicó que se lo había advertido, que eran gentes malas y le dijo que al otro día lo esperará en el mismo sitio y cuando le preguntes ¿a dónde vas?, te contestará, donde el viento me lleve y como buen filósofo le dices:
«¿Irás sin piernas entonces?». Porque el alma es incorpórea y el viento no puede llevarse el alma a ninguna parte». El muchacho se preparó toda la noche, repitiéndolo una y otra vez, estaba muy contento porque iba a demostrar lo que era verdadera filosofía. Cuando se encontró con el otro niño le preguntó de inmediato. «¿A dónde vas?». El muchacho le contestó. “Voy al mercado a comprar verduras».
“¿De que sirvió la filosofía aprendida?». Absolutamente de nada, porque la vida jamás puede predecirse, simplemente ocurre y hay que hacer consciencia de eso, para evitar problemas emocionales innecesarios, incertidumbre, ansiedad, depresión, pánico, angustia, ira, odio, celos etc.
Tantas expectativas: Al fin ¡EL HOMBRE HABLÓ…! ¿Y?