Las nanas siguen siendo una figura importante en la familia dominicana. Aunque se ha perdido un poco su verdadera esencia, su rol sigue siendo de mucha importancia para el acompañamiento de los padres en el desarrollo de sus hijos.
“Recuerdo que anteriormente, esa mujer que se encargaba de salvaguardar la integridad de los niños y las niñas a su cargo, no solo actuaba como una madre, sino que se sentía como tal. Eso sí, los castigos siempre los reservaba para quienes tenían la autoridad sobre esos pequeños: los padres. Ella se llevaba la mejor parte, que era jugar y consentirlos”, explica la psicóloga y terapeuta familia, Juana Andújar.
Desde su punto de vista, no es que hoy no las haya, pero realmente su presencia ha decaído debido a que la agenda que siguen los niños hoy día no amerita de la presencia cotinua de una nana las 24 horas del día.
“Es bueno que tengamos claro que aunque tiempo atrás estas mujeres hacían los quehaceres del hogar y al mismo tiempo eran las nanas, hoy las cosas han cambiado: hay domésticas y nanas, pues el trabajo de estas últimas está reservado solo para atender a los pequeños”, sostiene. Ahora hay limitantes, y hasta se marca territorio, pues las uniforman y con ello, aunque no se quiera, ya no hay el mismo acercamiento.
Testimonio
La experta, quien ha vivido el antes y el ahora en lo que tiene que ver con esta tradición de las nanas en casa, cuenta su historia al respecto. “Nosotros somos tres hermanos, y venimos de hogar con mucha formación, la que en parte se la debemos a nuestra nana Rosario, una mujer que siempre estuvo ante la ausencia de nuestros padres por sus respectivos trabajos, no podían dedicarnos el tiempo suficiente”, cuenta.
Dice que les ayudaba con las tareas, les daba amor, comida, jugaba con ellos: “Y hoy vive conmigo, haciendo lo mismo con mis hijos. Porque las nanas terminan yéndose con uno, y aunque con menos energía, cargan con el mismo amor”, concluye.