Por: Luis Estrella
Había prometido esta segunda parte, aunque los acontecimientos políticos me indicaban que debía esperar para hacerlo, por lo que creo que ahora es el momento oportuno para concluir el artículo. Como señalaba en la primera parte que al sobrepasar los 45 años de vida política activa, con breves pausas, es necesario comenzar a pensar en el retiro.
Cuando hablo de retiro no me refiero a un abandono total de esta actividad que tanto me apasiona, sino el de no asumir un papel protagónico, relevante y de primer orden. Siempre seguiré en la política aunque con otro rol menos activo, quizás como consultor, asesor, escribiendo artículos de opinión o hasta participando en algún programa radial o televisivo.
Cuando hablo de retiro tampoco lo hago con ningún resquicio de frustración, amargura, arrepentimiento ni nada parecido. Entiendo que llegado el momento hay que darle paso a las nuevas generaciones, a los jóvenes que van al mundo político llenos de vigor, bríos, energía, entusiasmo y deseo de escalar y empoderarse. La sangre nueva representa el futuro y hay que abrirle el espacio para que lo vayan ocupando.
La actividad política es mucho más difícil de lo que parece, por lo que sólo la sabiduría que se va adquiriendo con la experiencia de los años, te va dotando de los conocimientos y madurez para poder lidiar con tantos escenarios diferentes. Donde te encuentras con personas nobles, sanas y de elevados sentimientos morales y de fidelidad, pero al mismo tiempo te encuentras con personas falsas, hipócritas, arteras, arribistas y de doble moral.
El reto es que estás en la obligación de manejarte con todos, con los buenos y con los malos, con los agradecidos y los ingratos, porque sencillamente el voto vale lo mismo. Ese es el dilema, tener que aceptar a seres humanos que sabes que no tienen ningún valor moral y espiritual, pero que manejan a la perfección el arte de la politiquería y se hacen necesarios. Para mi esto siempre ha sido lo más difícil, aunque reconozco que las decepciones, deslealtades y traiciones, en circunstancias específicas me han afectado profundamente, al mismo tiempo, también me han permitido conocer un poco más el ser humano.
En la vida política llegas a conocer las debilidades de las personas, de como van cambiando acorde a las diversas coyunturas, de cómo van aprendiendo aún sin nunca haberlo leído, el criterio maquiavélico, de que el fin justifica los medios. Aprendes y aprendes, cada dia una lección que parece interminable, te adaptas para sobrevivir y aprendes y aprendes, ya sin virginidad política.
Debo reconocer que aparte de las decepciones propias de este mundo, lo que me provoca mayor indignación es el observar funcionarios sin vocación de servicios, oportunistas que escalan con el único propósito de crecer en términos personales y económicos. En principio eran humildes y accesibles y luego se convierten en burócratas, insensibles e inaccesibles, inflados por el poder momentáneo que le ofrece una posición pasajera.
Cuando observo esos funcionarios que antes eran mis amigos, pero que el uso inapropiado del poder los ha colocado en una burbuja, desde donde maltratan, agreden y se burlan de los que antes habían jurado proteger y defender. Debo reconocer que me indigno cuando veo esa petulancia, arrogancia e engreimiento de aquellos que antes eran «humildes», y ahora son príncipes colocados en un pedestal que los hace inalcanzables para los que decían representar.
Tengo que admitir que esa es una razón, aunque no la única ni la principal que me a llevado a pensar en el retiro. Tengo un compromiso con el PLD y una responsabilidad de trabajar sin descanso para que se mantenga en el poder, por lo que aún con mis diferencias por la actitud de muchos de sus representantes, todavía creo que son lo mejor de esta sociedad.
Reconozco que como humano he cometido muchos errores, me he equivocado decenas o cientos de veces, pero puedo decirles que siempre lo he hecho actuando con las mejores de las intenciones. En mi siempre ha predominado el criterio de ayudar a todos los que pueda y si en un momento no lo puedo hacer, por lo menos tratar de no hacerle daño a nadie. Eso me hace sentir con el deber cumplido y al momento de pasar balance, sentir que la balanza se inclina hacia lo positivo, lo cual me lo confirma el hecho de ver como he contribuido a que muchos jóvenes eleven su calidad de vida.
Hasta hace poco no me imaginaba fuera de la actividad política, ya que es algo que asumí desde niño y al llegar a esta edad, todavía sigo practicando. Me inicié en las luchas estudiantiles, luego seguí en la izquierda revolucionaria y ahora estoy en el PLD, más de 45 años en esta labor. Aunque reconozco que será difícil el retiro, lo voy a hacer, porque quiero vivir mis últimos años, con mayor tranquilidad, paz espiritual y con más tiempo para dedicarle a mis seres queridos, a la familia y a los pocos o muchos amigos que he conquistado en este largo proceso de activismo político.
En la vida hay que tomar decisiones llegado el momento y no mirar hacia atrás, porque lo pasado sólo tiene valor para los recuerdos y su existencia sólo estará en algún lugar del 90% que ocupa el subconsciente en nuestra mente. Es difícil pero estoy muy convencido que está muy cerca el retiro, aunque en estos momento es sólo una idea, la cual cada día adquiere mayor fortaleza y madurez.
La vida continúa, nunca se detiene, está en constante movimiento, por lo que cuando dejas un espacio de inmediato lo ocupará otra persona. Esa es la realidad, nadie es imprescindible y siempre habrán cientos prestos a ocupar el lugar que dejas disponible, por eso es que lo más aconsejable es tratar de dejar un legado de aportes e impacto positivo, aún el morbo y la crítica implacable de los jueces sin toga ejerzan su derecho a entender lo contrario.
Como lo he repetido en varias ocasiones, aunque es una decisión difícil, puedo decir que estoy preparado física y mentalmente para el retiro y sobre todo a enfrentar con dignidad y decoro las consecuencias que ello implicará.